domingo, 10 de agosto de 2008

las ansias

uno se para del asiento en que está, se desvela

echando a correr los piojos primero, como conejillos de indias, se atrasa y se apura en el espacio de los relojes, de las caminatas, de los trayectos entre paraderos, donde la jente es gente que sabe que va, sólo que va, solamente va, y va, y así, digamos, resulta

pero si uno se para del lugar donde yace es porque no todo resulta upa chalupa, hay que levantarse y buscar, bajo la comezón o la tensión necesaria que impregna de movilidad a la bestia, hay que, es necesario, il faut

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allí, por acá, en alguna parte, es decir, en algún trozo de espacio, más pequeño que el espacio mismo, algo habrá, ¿no?, algo que haga a las vibraciones temblar en la misma frecuencia pero de vuelta, cuestión que regrese la tormenta de agujas que nunca amainó cuando uno quería esta solo, se guarden los plomos que tan fuerte fueron dados a luz los días que te negaste a gritar con violencia

por eso se rompe el jarro, se cae el aceite sobre el planeta y empieza a quedar la cagada, los bastones no tienen a quién golpear, está vacío el callejón sin salida, lo hemos vaciado y ya no estamos aquí