lunes, 26 de noviembre de 2007

HAY UNA MANCHA MÁS GRANDE QUE YO...

Hay una mancha más grande que yo,
una mancha crucificada en una mesa,
una mancha que se parte,
que se emblandece con el tacto solar.

Sus grumos plastifican edificios,
bendicen las traslaciones terrestres con polvo y challa.
Una mancha hundida y salpicada de cal,
que atraviesa las maderas nonatas de la mesa
y deja a su paso hediondez,
con el color de los gritos.


(Octubre de 2007)

lunes, 19 de noviembre de 2007

LA HORA EN QUE LOS PÁJAROS EMPIEZAN A GRITAR

La hora en que los pájaros empiezan a gritar,
como si se los despertara de un sueño real e irrepetible.
Drásticos, sus ojos bajan de donde están y recorren las piedras de los suelos
y de las plantas que no fueron regadas,
sólo para reclamar la atención bestial, el alarido gigante
que se esparce justo a esta hora, únicamente a esta hora
por los cuatro o cinco vientos.
Como proféticos, los gritos, pero huecos en su fondo,
dramáticos, taciturnos, enjuagados en su propio eco tragado,
bis en los pulmones, bis reproducido, llenándolo todo,
igual que un cuchillo solitario en el altar de la Catedral.
La hora en que los pájaros gritan,
como si regresaran cansados de un combate o de un colchón blanco,
como si hubieran fallado con tristeza en su afán por ser oídos.
Y yo los oigo a esta hora
en que paro de dormir y de escribir y de mirar.
Sólo para escucharlos.
Entonces la hora se detiene.
Los pájaros se esconden en un motor y salen a recorrer
las calles, carraspeando sonidos opacos. Silentes.
.........................................................Normales.


(Septiembre de 2007)

jueves, 8 de noviembre de 2007

EL AVANCE OFICIAL

Avanzan los ujieres y los palacios, con los ojos cerrados,
hacia la puerta de los brazos abiertos.
Avanzan las banderas del gobierno y las cuerdas vocales
aceptadas en los timbres ministeriales,
avaladas por la mano alzada que sale desde abajo de la calle.
Avanzan con cañones cortos hacia la Universidad Central de Venezuela
para decolorar la piel negra que mece la cabeza hacia ambos lados,
la piel negra, el movimiento reactivo a la cuadratura del ajedrez.
Avanzan como hormigas teledirigidas
sobre los dinteles, para seguir elevando el mástil impropio
del cuero del sillón, alborada nominal del recurso ajeno.
Avanzan las balas en un número cardinal inalcanzable,
porque las veces multiplicadas emboban los cráneos
haciendo del átomo humano la propiedad indivisible de la desilusión.


(Noviembre de 2007)