martes, 27 de septiembre de 2016


en la antesala permanente del fin del mundo
tus lentes son espejos con los que descubro el filamento de mi alma
como un nervio tenso que recorta la unidad del átomo
la exposición de una fotografía
donde un zepelín revienta encima de la avenida Vicuña Mackenna
el edificio de la prensa se desintegra honestamente
y junto al escombro y al pavimento caliente
compone la ruina verdadera

un segundo antes de que florezcan las grietas de los durmientes
que son vértebras de nuestra comunidad longitudinal
estalla la calma hacia adentro de la política
la rueda helicoidal brama
su intuición
carrera fantasmal donde la pena no se mira con la rabia

un conjuro de palomas choca las cabezas de la manada subterránea
el pelotón armado fila india deshecha lechón apuñalado
viento que desespera: aquí no pasa nada
todo está bien
adentro de los contenedores de basura
aunque transpirado, estoy tranquilo en mi sueño, mamá
puedo pasarme todo el otoño mirando las grúas al cielo
mientras mi angustia se expande a ritmo de farmacia

mas si amanezco en el suelo no me recojas
este pedazo de tierra es el último mar que me habla en secreto
de los barretines y los delatores y los castillos sin torres
pertenezco a la melodía de lo que no desaparece
al movimiento de cola de los continentes
la hebra del abrazo frutal sin ocaso