La hora en que los pájaros empiezan a gritar,
como si se los despertara de un sueño real e irrepetible.
Drásticos, sus ojos bajan de donde están y recorren las piedras de los suelos
y de las plantas que no fueron regadas,
sólo para reclamar la atención bestial, el alarido gigante
que se esparce justo a esta hora, únicamente a esta hora
por los cuatro o cinco vientos.
Como proféticos, los gritos, pero huecos en su fondo,
dramáticos, taciturnos, enjuagados en su propio eco tragado,
bis en los pulmones, bis reproducido, llenándolo todo,
igual que un cuchillo solitario en el altar de la Catedral.
La hora en que los pájaros gritan,
como si regresaran cansados de un combate o de un colchón blanco,
como si hubieran fallado con tristeza en su afán por ser oídos.
Y yo los oigo a esta hora
en que paro de dormir y de escribir y de mirar.
Sólo para escucharlos.
Entonces la hora se detiene.
Los pájaros se esconden en un motor y salen a recorrer
las calles, carraspeando sonidos opacos. Silentes.
.........................................................Normales.
(Septiembre de 2007)
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4 comentarios:
perro tiremonos un floripondio en las vacaciones ???
y que los pájaros normales también vuelven después del día a sus hogares, y así, todos los días escuchando el susurro de sus aleteos en en cemento.
salud!
Yo también, una vez, tipo 4 de la mañana en la casa del viejo de la Paloma. Un poco ebrio, quizás. Pero también los escuché.
Los pájaros debieran escucharse todo el día.
Muerte a los ruidos opacos!
Loco. No pude ir JGM, pero te debo unas voladas, eso no se me olvida...
Te invitaré un paragüita, para no quedar como diuca...
Un abrazo.
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