Regreso a la natural motricidad, más sincera que el sonido de los tambores y el sol sin vidrios.
Estoy de nuevo en las culebras y los tendidos eléctricos,
acá las estaciones del año se sienten diferentes unas de otras. Hoy, por ejemplo, es primavera, no porque lo diga el calendario
sino por los vaivenes de la noche, que abren huecos en mi torso
para que pueda tocarme las costillas.
Acá me meto los dedos en el pecho y palpo
y me saco las uñas yo mismo
para no dañar el vapor que tengo dentro.
He vuelto a estas escaleras de caracol,
a la sangre en la paleta de colores,
a las manos efervescentes del alzamiento.
Por voluntad construida, por convicción dudosa, por los vectores del cielo he vuelto
sin pretender respirar azufre para expiarme, sin querer ver la nieve en los volcanes que me asustaron por mi pequeñez.
Por iracunda humildad regresé, sin afanes calóricos, sin temas propios, sin rubros ni bolsas de lágrimas,
y no espero la adrenalina ni las canas. Y no espero comer frutos dulces. Y no espero profundizar el barro.
Solamente quiero la temperatura de mis hermanas.
(Septiembre de 2007)
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3 comentarios:
qué espontaneo
psssss
Tu burda interpretación es una correcta burda interpretación.
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